jueves, 21 de febrero de 2019

Mis crónicas de Palma: duodécima entrega


Los cinco o seis primeros cursos en el Séneca fueron de una actividad frenética. Como quiera que había muchos alumnos y alumnas que se desplazaban con sus familias a la recolección de la aceituna en otras comarcas, me mandaban su dirección y yo les enviaba por correo actividades sobre los contenidas que estábamos dando en clase para que, con mis indicaciones y el libro, trataran de contestarlas. Luego me las devolvían y yo las corregía y enviaba nuevo material. (Cuánto hubiera dado por disponer del correo electrónico).
De todas formas, cuando regresaban a Palma, les dábamos clase Martina y yo una hora extra para intentar ponerles al día pues solían ser gente despierta y con interés por aprender.
En otro orden de cosas, también me ocupaba de entrenar, junto con mi compañero Manolo Velasco, un par de equipos de futbol infantil que incluso competían en los juegos escolares provinciales. Luego Manolo nos dejó desgraciadamente y, poco a poco, fui dejando el futbol y dedicándome más a la música con Azahares.

No hay comentarios:

Publicar un comentario