miércoles, 6 de febrero de 2019

Mis crónicas de Palma: entrega novena


         El descubrimiento de los Carnavales de Palma fue para mí como volver a la infancia cuando mis tías me llevaban al barrio cordobés de La Huerta de la Reina donde vivía un hermano de mi abuela, mi tío Manolo, con su familia. Allí mi tío Fali, sobre todo, aunque también su hermana Luisa (hijos del tío Manolo) se disfrazaban todos los años y salían a la calle con sus murgas cantando coplas que yo no entendía muy bien pero que conseguían hacer reír a la gente que las escuchaba.
         Cuando el domingo de Carnaval de año 1979 yo salí a ver las máscaras de las que tanto me hablaban mis compañeros del colegio San Sebastián y quedé tan encantado y tan motivado que el domingo de Piñata ya estaba en la calle disfrazado de médico con la bata de laboratorio blanca y un fonendo que me hice con unas gomas y que se me perdió en el segundo bar.
         Fue a partir del año 1980 y durante algunos más cuando comencé a disfrazarme en solitario el domingo de Carnaval y con la murga de Rafalito Carmona el de Piñata. Después vendrían las murgas de Azahares pero esa es otra historia.

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