Manolito
era primo segundo de mi padre, tenía dos hermanas mayores que él que lo
mangoneaban continuamente y un padre que, además de tener un carácter
insoportable, era un sinvergüenza de tomo y lomo que metía a su “querida”
dentro de casa cada vez que le daba la gana.
Se pasaba el día paseando el estuche de
la jeringa con la que le ponía las inyecciones a su madre enferma y explicando
a propios y extraños el proceso que tenía que hacer antes de poner las
inyecciones: hervir la jeringa y la aguja para matar los microbios que pudieran
tener, romper la ampolla de agua destilada y llenar la jeringa hasta no sé
cuantos centímetros cúbicos, pinchar el tapón de goma del frasquito de la
penicilina y llenarlo con el agua destilada, agitar con energía, volver a
llenar la jeringa con el producto resultante,…
Era una bellísima persona pero se ponía
tan sumamente pesado con su cantinela que acabaron por llamarle “Manolito
jeringa”.
Lindo texto
ResponderEliminarEstas perdido
¿Andas Bien?
jajajaja.... muy propio el apodo!!!
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