Morena,
la de los rojos claveles,
la de la reja florida,
la reina de las mujeres.
Morena…
Nadie
sabe el peligro que tiene una morena. Sí, sí, ya me lo habían advertido pero
yo, como siempre, hice caso omiso de todas las prevenciones que me hicieron propios
y extraños y ¡hala!, ¡a por la morena!… Pero sin pensar en lo que aquello podía
significar para mi integridad física… Y ahora a quién le reclamo para que me
arregle lo del mordisco que me dio y que me ha costado perder dos falanges del
dedo índice de la mano derecha. La copla no decía de qué tipo de “Morena” se
trataba y la que yo buscaba vivía en el fondo del mar y tenía muy mal genio.
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