Se abrió primero mi ojo izquierdo…
¿Seguro que fue el izquierdo?... Déjame que lo piense… Sí, estoy seguro de que
fue el ojo izquierdo porque estaba acostado sobre el lado derecho y el ojo de
ese lado estaba tapado con la almohada… Bueno, en cualquier caso, da igual si
se abrió primero el izquierdo o el derecho porque al final se abrieron los dos.
Una rendija de luz se colaba por la
puerta del cuarto de baño… ¿Habría amanecido ya o me dejé encendida la luz
cuando me acosté?
Me levanté de la cama sin hacer ruido
para no molestar a mi mujer y me acerqué al baño,… definitivamente era la luz
que se quedó encendida.
Miré el reloj de la mesita de noche:
las cinco y cuarto de la madrugada. Es pronto para levantarme, pensé, pero ya
que he salido de la cama me daré una vuelta por la casa por si hay otra luz
encendida.
Salí al distribuidor. Por la ventana
del estudio llegaba la luz del farol de la cochera. Las dos habitaciones del
fondo tenían las puertas cerradas. Las abrí y cerré una por una y comprobé que
todo estaba en orden. Cerré con cuidado la puerta del cuarto de baño amarillo y
la del estudio.
Me dirigí al salón y a la cocina. Todo
estaba perfectamente. Volví a la cama no sin antes cerrar la puerta del
dormitorio: mañana es domingo y no hace falta madrugar…
(Tres horas y cuarto más tarde)
─ ¡Qué pasa! ¿Quién
habla a voces? ─ Me desperté sobresaltado.
─ ¿Por qué gritas? ─
Preguntó igualmente sobresaltada mi mujer.
─ ¡Maldita sea! Se
me olvidó quitar la alarma del despertador.
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