─Mírame bien la cara
¿Qué me ves?
─Pues tu cara, ¿qué quieres que vea?
─En la frente, en la frente, ¿qué tengo en la frente?
─Tienes la frente… tienes la frente muy despejada por
cierto.
─Vale, vale, ya sé que estoy perdiendo el pelo pero no
era necesario que me lo hicieras notar… y en el ojo, ¿qué me ves?
─Veo un ojo, porque el otro lo tienes tapado.
─Es que soy tuerta, hija, no hacía falta que me lo
recordaras.
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