Sabía que algo le faltaba…
efectivamente, se había dejado la cartera con el dinero y toda su
documentación, pero ¿dónde?
Se detuvo unos instantes para tratar de
recordar los bares en los que había estado y comenzó a recorrerlos empezando
por el primero de ellos.
Cuando llegó al último de los locales
visitados preguntó si se habían encontrado allí su cartera. El barman hizo un
gesto y todos los parroquianos se pusieron en pié ovacionándole calurosamente.
Se quedó de piedra sin saber qué decir
ni cómo reaccionar hasta que el camarero le explicó:
“El señor que estaba en la barra junto
a Vd. me dijo que volvería a recogerla pero, mientras tanto, que invitara a
todos los clientes de su parte para que tomasen lo que quisiesen… (Se interrumpió
un instante y continuó) Como no había bastante dinero, me debe Vd. setenta y
cuatro euros con cincuenta céntimos”.
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