La lágrima que sale ya no vuelve,
el ojo no la quiere, ya está usada.
Lo mismo que el amor que se desgasta
no sirve para unir, sólo separa.
¿Podría yo esperar que tras el tiempo
recojas tú los restos de mi alma?
Quizás para guardarlos donde nadie
los pueda profanar con la mirada,
o bien para esconderlos y mimarlos
debajo del embozo de tu cama.
Quien sabe si después de recogerlos
sabrán amar de nuevo con más ganas.
Quien sabe si será del todo inútil
hacer un nuevo intento para nada.
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