Es difícil matar a un personaje. Después de tanto
escribir sobre él, de tanto pensar en cómo habría de ser tanto física como
moralmente, después de haberle seguido los pasos y de corregir una y cien veces
sus acciones, se le llega a tomar cariño aunque se trate de un personaje
deleznable pero, al fin y al cabo, es hijo tuyo, imaginario sí, pero hijo de
tus entrañas cerebrales. Has convivido con él a lo largo de todo un proceso de
creación y ahora, después de todo este camino recorrido juntos, vas y le matas…
no, eso no es natural, es como una traición y no está la cosa como para
traicionar a nadie… ¿Y si le dejas vivir y vuelve a aparecer en otro relato?...
Sí, creo que esta opción es mucho mejor, más humana sobre todo, al fin y a la
postre siempre habrá tiempo de matarle si no mejora su comportamiento… Pero ¿y
si le dejas vivir y sigue siendo un personaje mortífero?... En este caso sería
mejor matarle y esta historia se acabó… No, no es tan simple la solución,
pienso que sería mejor darle una nueva oportunidad… o varias si es preciso…
Bueno pues me voy a poner manos a la obra y
voy a crear al personaje de mi próximo relato que tiene que ser…
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