En vano escudriñaba el horizonte buscando no
sé qué pero lo cierto era que ya venía esperando su llegada desde hacía mucho
tiempo. Nunca a nadie le habló de su existencia ni nada sobre él salió de su
boca pero su nerviosismo se iba acrecentando a medida que pasaban los años de
su vida solitaria.
La vieja se lo había anunciado con claridad
meridiana aquel martes y trece nefasto en que su hermano cayó al vacío desde lo
alto de la torre y es que, aunque no fue quien le empujó, si fue el instigador
del aciago evento pues, jugando a los animales cuando niños, le convenció de
que era un ave y él sólo pudo probarlo en un intento.
Ahora al cabo de los muchos años volvió a oír
la voz de la vieja dentro de su cerebro: “Vendrá a por ti para que sigáis
jugando juntos y tú serás el pájaro”
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