Aquella mañana había salido a dar un paseo en
bici por el campo siguiendo una ruta nueva para él pero de la que le habían
hablado muy bien sus colegas de la Facultad. El camino discurría siguiendo el
cauce de un arroyo pasando muchas veces por dentro del bosque de galería, por
eso fue que no vio a tiempo aquella rama con la que se golpeó en la cabeza y le
hizo rodar por el suelo donde quedó un tanto conmocionado.
Al principio no tenía conciencia clara del
lugar donde se encontraba pero, tras unos momentos de aturdimiento, recobró la
consciencia totalmente y se levantó del suelo comprobando que, aparte del golpe
de la rama, no le dolía ninguna otra parte del cuerpo.
La bicicleta se encontraba unos metros más
adelante y, después de revisarla, no encontró desperfectos aparte de algunos
arañazos en la pintura.
Se colocó bien el casco, que había ido a parar
a su coronilla, subió de nuevo a la bici y se dispuso a reanudar la marcha. El
sendero ahora se despegaba del cauce fluvial y se empinaba buscando lo alto de
una loma y al llegar allí la vio: era una casona semiderruida de la que no le
habían hecho mención sus amigos y el camino moría precisamente a las puertas de
la misma.
─ Me habré equivocado en alguno de los cruces de
caminos porque nadie me ha mencionado que este caserón estuviera aquí ─ Pensó para sus adentros mientras echaba pie a
tierra y observaba el edificio.
Tenía ante él un cortijo de dos plantas cuyo
tejado había ido cayéndose poco a poco con el tiempo dejando a la vista algunas
de las vigas que parecían el costillar de un barco boca abajo, pero lo que
llamó poderosamente su atención fue que la puerta parecía estar en perfectas
condiciones de conservación. Era una puerta de duelas en la que los clavos de
latón relucían como si llevasen allí poco tiempo.
Se acercó y pudo apreciar que estaba entornada
por lo que apoyó la bicicleta contra el muro de la fachada y se dispuso a
penetrar dentro de la casa a través de aquella puerta entreabierta que parecía
invitarle a hacerlo…
Entonces fue cuando sintió un dolor agudo en
la cabeza, se llevó la mano al lugar dolorido y notó como un chichón de grandes
dimensiones le había “brotado” en medio de su frente. Se hallaba tirado en
medio del sendero con el casco en la coronilla y la bici había ido a parar a
unos metros por delante.
yo no uso casco... total, la cabeza la tengo bien dura
ResponderEliminarfeliz año nuevo