En las tardes de invierno de sol que no calienta
que se nos van volando pues el día tiene prisa
por dar paso a la Luna, se afanan los jilgueros
por encontrar cobijos donde pasar la noche
con la tranquilidad de no tener peligros
que pongan su existencia al borde del abismo
mientras sueñan despiertos con primaveras nuevas,
con nidos, con polluelos, con nueva descendencia
que les haga sentir una nueva experiencia
para sobrevivir, para ganar otro año,
débiles como son pero quieren lograrlo.
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