Comíamos, hablábamos, bebíamos,
todo era animación en la terraza
mas poco a poco se fueron diluyendo
conversaciones, ruídos, algazara,...
hasta que en el silencio naufragamos.
De perfumes florales embriagados
nos dormimos al raso en los jardines
con un manto de estrellas y de luna
presidiendo magnificas la noche,
acunando calladas nuestro sueño.
La brisa nos refresca perezosa
y alivia las calores del estío
haciendo que descansen nuestros cuerpos
para que renazcamos con el alba
y seamos de nuevo revividos.
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