Aquel día Roberto se despertó de mal
humor. No había podido conciliar el sueño en toda la noche. Había permanecido
en la cama preso de un extraño duermevela que no le permitía ni siquiera
moverse, era como si sus músculos hicieran oídos sordos a los mandatos de su
cerebro y permanecieran aletargados.
Cuando consiguió levantarse, se dirigió
directamente a la ventana, subió la persiana y tuvo que cerrar los ojos hasta
que sus pupilas consiguieron acostumbrarse a la cegadora claridad del sol de
primavera. Fue a la cocina con la intención de prepararse un café que terminara
de despabilarle y, cuando abrió el frigorífico para coger la leche, un hedor
nauseabundo le recibió tan “calurosamente” que estuvo a punto de tirarlo de
espaldas. Cerró rápidamente la puerta y corrió al fregadero para echarse agua
en la cara y quitarse de encima el sofoco que le había producido el fétido olor
que acababa de respirar.
El ruido de la cafetera le devolvió a la
realidad. Se tomó el café amargo porque no encontró el azúcar por ninguna parte
y se dispuso a darse una ducha para irse a trabajar.
Llegó al baño y casi se muere del susto
cuando se vio reflejado en el espejo, la cara de un reptil de ojos saltones le
devolvía la mirada desde el otro lado del cristal, levantó una mano y el
monstruo respondió levantando una garra de uñas afiladas, abrió la boca y
entonces fue cuando se horrorizó del todo al contemplar como aquel pariente de
los dinosaurios abría la suya mostrando dos filas de enormes dientes. Su cuerpo
estaba cubierto de escamas de un color verde amarillento y notó la presencia de
una cresta de placas córneas en su cabeza y que recorría toda su espalda hasta…
sí hasta aquél rabo que él no se había visto nunca. No cabía la menor duda de
que se había convertido en un reptil, en un frío y asqueroso reptil.
Alguien lo sacudió de pronto…
- ¿Qué tonterías estás diciendo, Roberto?
Levántate ya de la cama que vas a llegar tarde a la oficina – le dijo su mujer
con voz cariñosa - ¿Se puede saber qué te pasaba con un reptil?
Me gusta,podías escoger algún relato de los que estás haciendo y continuar con el proyecto/libro. Los dedos los tienes para teclear, la mente la tienes para pensar y el tiempo también.
ResponderEliminar¿A qué esperas?.
Un saludo.
Estoy preparando una colección de relatos cortos con el material que he ido publicando en el blog. Gracias por tu apoyo.
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