Como no teníamos coches para salir a
divertirnos a Estepona o a cualquier otro lugar y solo Paco tenía carnet y su
padre le dejaba el coche, los viernes íbamos muy temprano al puerto pesquero y
comprábamos a buen precio una caja de sardinas.
Al atardecer preparábamos una candela
en la playa para tener buenas ascuas en donde asar los espetos de sardinas A la
vez hacíamos una sangría en un barreño enorme y la cargábamos bien de ginebra y
de canela que decían que era un ingrediente afrodisíaco.
Cuando dábamos cuenta de la sangría y
las sardinas, rematábamos con una “leche de pantera” que no era otra cosa sino
leche condensada que rebajábamos a base de ginebra y pillábamos unas cogorzas
que acabábamos groguis.
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