En la sala de espera donde los médicos
van llamando a los familiares de los enfermos para darles información acerca
del estado de los mismos, hay un cartel que me llamó la atención, rezaba así:
“No mover los asientos de su sitio”
Como quiera que fueron llamando a las
demás personas y me quedé el último, no pude resistirme a la curiosidad y
decidí mover la fila de asientos que tenía frente a mí. Tiré de un extremo y
aquello no se movió ni un milímetro. Pensé que era demasiado pesado pero,
fijándome mejor, me dí cuenta de que estaban atornillados al suelo; seguramente
alguien, harto de que la gente los moviera, había tomado las medidas oportunas
pero se había olvidado de quitar el cartelito.
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