Mi hermano Luis Manuel era cuatro años menor
que yo y, además, era muy miedoso.
Una vez fuimos a ver una película que se
llamaba “El Arquero Verde” y trataba, según creo recordar, de un fulano que se
disfrazaba de color verde y hacía justicia a flechazo limpio por las noches.
Cuando salimos del cine, mi hermano iba bastante impresionado y yo, por reírme
un poco de él le dije que, si había hecho algo malo, el Arquero Verde se le iba
a aparecer por la noche.
Aquella noche se acostó con un mechero que mi
padre tenía en forma de pistola y a media noche se despertó gritando: “El
Arquero Verde, Jose, que está en la ventana” y apuntaba con el mechero como si
fuera un arma de verdad. La bromita nos tuvo en vela a él y a mí durante toda
la noche.
En otra ocasión, cuando estábamos en el campo,
pusieron en nuestra habitación un tablero separando una parte del espacio para
echar allí el trigo que no cabía en el granero.
Por la noche junto a la lumbre se contaban
historias y alguien refirió que las culebras se entraban en los graneros para
dormir en el trigo. Cuando nos fuimos a dormir, él se negó a acostarse en la
cama que estaba junto al trigo así que yo me acosté en ella y cuando apagué la
vela comencé a coger puñados de trigo y a derramarlos poco a poco. Al oír el
ruido se alarmó y me dijo: “¿Qué es lo que se oye?”, yo le respondí que debía
ser una culebra que estaba durmiendo en el trigo y se quedó toda la noche en
vela vigilando el trigo por si asomaba la dichosa culebra. Hay que ver la mala
leche que tienen los niños (en este caso yo mismo) para hacer sufrir a otros
niños.
Y lo que te ríes después?
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