Atisbó por una rendija y no vio ni un alma en
la calle. Ahora había llegado el momento que había estado esperando tanto
tiempo y con tanta ilusión, pero… ¿no sería mejor esperar a que se hiciera de
noche? o, tal vez, no era estrictamente necesario pero no estaría de más tomar
todo tipo de precauciones al respecto…
Estos pensamientos comenzaron a martillearle
en el cerebro por más que intentó evadirse de ellos. Había llegado el día ¿no?,
pues entonces por qué habría que preocuparse de miedos absurdos y otras
tonterías por el estilo…
Nada, nada, estaba decidido desde hacía mucho
tiempo, concretamente desde hacía ya veinte años y un día: Había cumplido la
pena que le impuso el juez y no había más remedio que salir a la calle.
intensidad en tus letras sin respuesta que pueda darte
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