Podíamos pasarnos todo el tiempo
sin decir ni siquiera una palabra
disfrutando felices el momento
que hablaba sin hablar y sin sonido.
El rumor acompasado de la lluvia
nos envolvió sin avisar
invadiendo tenaz nuestros sentidos
hasta que no pudimos por más tiempo
escuchar su sonido persistente
que mataba la magia del silencio.
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