Cuando
estuvo de vuelta en casa le faltó tiempo para sentarse delante del ordenador y
tratar de averiguar algo más sobre el asesinato en Internet… sí, allí estaba
toda la información de última hora: Al parecer el asesino se había entregado en
la capital de la provincia y dijo que la había llevado en coche hasta el lugar
del crimen donde ella trató de huir pero le descerrajó dos tiros con su
escopeta de caza argumentando que se moría de celos por culpa de unas
fotografías que habían publicado en cierta revista para hombres. No daban el
nombre de la revista pero en seguida pensó en Play Boy… ¡Claro! ¡Cómo no lo
había pensado antes!... “la conejita del mes”… y buscó en la página de Play Boy
el calendario. Lo hojeó y, allí estaba ella, era la Chica Play Boy del mes de
marzo y mostraba su maravillosa anatomía con una capa de armiño a los pies y un
sombrero de copa por toda indumentaria… y sonreía de una forma muy pícara…
igual que el conejo del sueño.
No le
dio tiempo a pensar mucho más, el rayo penetró por el tubo de la chimenea
destruyendo todo lo que encontró a su paso… el tremendo trueno que siguió
inmediatamente ya no pudo llegar a los oídos de Emilio.
Epílogo
─ ¡Ha vuelto a
pasar! ─ Comentó Gregorio en la gestoría.
─ ¿Qué es lo que ha
vuelto a pasar? ─ Inquirió la secretaria que nunca se enteraba de nada.
─ Pues que ayer
noche hizo cien años de que cayera aquél rayo.
─ ¿Qué rayo? ─
Volvió a preguntar la secretaria con cara de ignorancia absoluta.
─ Vamos a ver,
anoche hubo tormenta, ¿no?
─ Sí.
─ Y fue bastante
gorda, ¿verdad?
─ Uy sí, fue
gordísima, yo estuve a punto de meterme debajo de la cama.
─ No me extraña ─
Pensó Gregorio para sus adentros y siguió. ─ ¿Tú sabes cuál es la casa del
rayo?
─ Sí, donde vive
Emilio el de la funeraria. Por cierto que no ha traído todavía las facturas del
trimestre.
─ Pues ya no te las
podrá traer...
─ ¿Es que se ha ido
del pueblo?
La estupidez de
Margarita le exasperaba.
─ No, no se ha ido…
bueno sí se ha ido, pero al otro barrio.
La cara de sorpresa
de la secretaria era digna de enmarcarse.
─ ¿Se… se ha
muerto? ─ Tartamudeó.
─ Pues eso, anoche
volvió a caer un rayo que entró por la chimenea de la casa de la misma forma
que cuando vivía allí un tío de su abuelo…
No hay comentarios:
Publicar un comentario