Sentado
en la cima de la colina contemplaba como el verde trigal descendía por la suave
ladera hasta el río que discurría a lo largo del pequeño valle, semejaba un mar
salpicado aquí y allá por rojas amapolas que parecían emerger de entre las
aguas de color esmeralda como curiosos pececillos.
El
conejo blanco brotó también de entre los trigos y se le quedó mirando
descarado, creyó ver que sonreía aunque los conejos no sonríen, al menos los
que él había conocido,… pero aquello era un sueño y en los sueños ya se sabe
que todo es posible…
Se fijó
en la retama, vestida de amarillo, que estaba a su derecha y se le heló el
corazón… el cazador acababa de emerger súbitamente con la escopeta encarada y
apuntando directamente al conejo…
No pudo
reprimir un grito: “ Noooooo, al conejo noooo “ que fue saliendo de su boca
como a cámara lenta. El disparo del cazador también salió de la escopeta del
mismo modo retardado y el conejo se zambulló en el trigal esquivando la
descarga que pretendía segarle la vida…
La
impresión fue tan grande que despertó del sueño de golpe y se encontró sentado
en la cama totalmente desorientado y preguntándose qué es lo que había pasado.
pobre cazador...
ResponderEliminarbesos.