Nunca me había
planteado escribir sobre mi vida en Palma del Río, pero fue algo que escuché en
el informativo de la emisora local, Radio Palma, en el que un político de
segunda fila se permitía opinar sobre la historia reciente de la población, lo
que me hizo concebir una crónica de mis días en esta pequeña ciudad que me
acoge desde hace ya cuarenta años.
Cuando allá por
las postrimerías del mes de Julio de 1978 aterricé junto con mi mujer en estos
lares, Palma del Río era un lugar muy diferente a lo que podemos ver en
nuestros días.
Las calles del
barrio de la Soledad eran todas terrizas con lo que cuando llovía se convertían
en barrizales intransitables cuyos charcos continuaban haciendo incómoda la
vida en aquél barrio donde moraban los habitantes de las clases más populares
(por no decir pobres) del pueblo.
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