¡Ay Fuente de San Francisco!
con cuatro caños valientes
que vierten agua sin tregua
para dar con su sonido
compaña a los que allí llegan
y también al Padre Paco
que bien cerquita lo tienes.
De un barrio tan popular
lleno de gente sencilla
tú eres testigo “ocular”
que preside día a día,
sus afanes y desvelos,
sus pesares y sus cuitas.
Cuéntame, cuéntame, Fuente,
lo que pasa por tu barrio
que escucharé atentamente
lo que me digan tus caños.
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