Era el Botijo un elemento fundamental para
pasar los calurosos veranos en nuestra tierra.
Para quienes no llegaron a conocerlo diré que
era un cantarito de barro con un pitorro por donde se bebía “a chorro” y un
gollete por donde se llenaba de agua, amén de un asa en la parte superior para
cogerlo al beber o al transportarlo.
Recibía diferentes nombres: porrón, pipo, búcaro, pilar,
barril,… pero el más aceptado era el de botijo. Los había de diferentes formas
(recuerdo los de forma de gallo) y hechos con distintos materiales: de barro
blanco, de barro rojo e incluso vidriados que se usaban en invierno en los
lugares donde no había agua corriente.
En la provincia de Córdoba se usaban los
fabricados en La Rambla menos en la sierra que se utilizaban los de barro rojo
fabricados en la provincia de Badajoz.
El botijo resistió impertérrito la llegada del
agua corriente a nuestros hogares y también los primeros tiempos de los
frigoríficos, pero, poco a poco, fue desapareciendo de nuestras casas y de los
lugares de trabajo donde constituía la mejor fuente de agua fresca para calmar
la sed.
A los botijos se les hacía un “gorrito” de
crochet para tapar el gollete e impedir que entrasen insectos y un palito para
tapar el pitorro. Se llenaba de agua por la mañana y se colocaba sobre un plato
para que no se llenara todo del agua que “sudaba” y que era la responsable, al
evaporarse sobre la superficie de barro, de que el agua del interior se
mantuviese fresca.
Tu hablas en pasado pero yo tengo uno igual al de la foto en mi cocina con un platino debajo. Pero el crochė se me ha resistido siempre y no tengo con que taparlo. Ahora tiene un paño de cocina por encima hasta que ingenie algo.
ResponderEliminartengo uno en el bar, que lo usan los clientes y otro en casa, pero para los niños les es más cómodo y fresquito la jarra de la nevera....
ResponderEliminarbesos.