Uno de los juguetes preferidos por los niños
de mi época eran los relacionados con el Oeste Americano, es decir, los Indios,
los Vaqueros y el Fuerte donde se protegían los Vaqueros.
Como el número de películas sobre el tema era
muy grande, los niños tratábamos de reproducir las batallas que ocurrían en
ellas.
El juego solía consistir en que los “malvados”
Indios atacaban sin previo aviso el fuerte donde vivían plácidamente los
“buenos” de los Vaqueros hasta que éstos repelían la agresión de los “salvajes”
y acababan con todos ellos.
Mi hermano Luis y yo jugábamos y nos
fabricábamos unas pistolas con las pinzas de la ropa con las que íbamos
abatiendo a los individuos del enemigo. Yo disfrutaba haciéndole sufrir cuando
jugando con los Indios le mataba a todo su ejército de Vaqueros y me apoderaba
de su Fuerte. Él, que era más pequeño, se cabreaba y lloraba desconsoladamente
diciéndole a mi madre que aquello no estaba bien, que en las películas siempre
ganaban los vaqueros.
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