El sol
ya ha comenzado a caer hacia el poniente inexorablemente. Las abejas emigran, después
de libar las flores del Arrayán, hasta las azuladas de la florida Jacaranda para
por fin acometer las áureas florecillas del Palo Rosa, que el viento de las
tardes hace llover sobre el jardín formando una alfombra dorada. Las hormigas
la invaden también buscando su alimento en este final de Primavera caluroso que
nos está visitando en estos días.
La
tarde va cediendo poco a poco el paso a la cálida noche donde la aflautada voz
del Mirlo y el lastimero arrullo de la Tórtola se entremezclan con el refrescante
sonido del agua de la fuente y nos acompañan mientras disfrutamos de la frugal
cena que será la antesala de nuestro reposo.
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