─Y ayer ¿qué tal?
─Pues eso, martes y
trece.
─No me irás a decir
que la culpa del subidón de las temperaturas la tiene el “martes trece”.
─No, pero…
─¿Cómo que pero?
─Que no, que no,
pero…
─Y dale con el
“pero”. ¿Es que siempre tienes algún pero en la boca?
─No, ahora lo que
tengo en la boca es un chicle de fresa.
─Ya te estás
saliendo por la tangente…
─No, si el chicle
es por lo del calor… bueno por la sed que se tiene con tanto calor. Y hablando
del calor, yo no creo que tenga nada que ver con el ”martes trece”.
─Pues antes decías
que sí.
─No, yo sólo dije
“pero”.
─¿Y a qué venía ese
pero?
─Pues que siempre
por San Antonio hay un subidón de las temperaturas y como siempre es el trece
de junio…
─¡Ves, ya estás
otra vez con el dichoso “trece”!
─Que no, que no.
¡Jesús cómo se pone el tío con el “trece”!
─¿Yo con el
trece?... Para qué te habré preguntado yo por la fiesta del día de tu santo.
Trabalenguas que solo ocurren en Andalucía
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