El sol
está en su cénit y las chicharras cantan su monótona letanía creando una
sensación de agobio en la atmósfera del inicio de la tarde.
Pocos
son los que osan salir a pleno sol, tan sólo alguna lagartija es capaz de
solazarse en estas horas de canícula. El vuelo fugaz de un gorrión que cambia
de posadero buscando un lugar más fresco y, allá en el lugar más umbrío del
jardín, una pareja de tórtolas busca entre la hojarasca algún gusano que sirva
de alimento a su solitario polluelo que espera pacientemente en el destartalado
nido la visita de sus progenitores.
Sol y
calor será la nota dominante mientras todos sestean esperando la caída de la
tarde.
Yo la siesta la duermo cada día, sea verano o invierno... y el calor lo esperaba como agua de mayo
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