Había
tenido un día muy movido y estaba cansadísimo. Se acostó sin cenar siquiera y
en pocos minutos dormía apaciblemente… o, al menos, eso es lo que parecía, pero
de pronto comenzó a agitarse y despertó sentándose en la cama de golpe. Sus
ojos se abrieron de par en par y su rostro se iluminó de repente. ¡Ya lo tenía!
Lo acababa de ver clarísimo. Lo había soñado. Saltó de la cama y se dirigió
rápidamente a su estudio donde el ordenador encendido le esperaba…
Se
sentó y comenzó a escribir su relato:
Adolfo no sentía una especial atracción por
Lucía pero, en vista de que debía hacer caso a los deseos de su madre, tendría
que hacer de tripas corazón y casarse con ella…
No
había solución pensó amargamente… ¿o tal vez sí? De nuevo le asaltaron las
horribles dudas y su conciencia repitió las palabras de su maestro: ¡No, no y
no! ¡Este relato es una auténtica porquería!
Abatido
volvió a la cama e intentó en vano conciliar el sueño… El amanecer le
sorprendió pensando en el asunto.
hay veces que creemos tercer una idea y se nos escapa de la mente, o simplemente no es tan buena al llamarla, verdad?
ResponderEliminarbesos
Escribir, escribir, a veces no nos sale lo que queremos pero solo escribiendo encontramos algo. Después... quizá las musas, o su puta madre será quien venga pero desde luego escribiendo. Pensando podemos imaginar pero solo escribiendo es como salen los relatos.
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