─ Ave María, padre.
─ Sin pecado concebida, hijo. Dime ¿de qué te quieres
confesar?
─ Pues de que estoy loco por mi vecina y está casada.
─ Pero si andas con ella sería pecado de adulterio.
─ ¿Y si sólo es una vez?
─ Ni una ni media, de todas formas sería adulterio.
─ De acuerdo, padre, está decidido: no le tocaré ni
un pelo
─ Eso está muy bien, hijo, pero has de tener en
cuenta que la tentación puede volver y, a veces, es mucho más fuerte cuando
esto sucede…
─ No hay problema, padre, lo tengo todo controlado.
─ Ya me dejas más tranquilo, ¿pero cómo harás para
ahuyentar a los demonios de la carne?
─ Pues nada, se depila el cuerpo entero y se rapa la
cabeza.
el caso es poner soluciones!!!
ResponderEliminarjajajaja
besos.