La noche comenzó a cubrir el paisaje con su
negro manto. Pronto la negrura se adueñaría de todo lo que le rodeaba. Los
espesos nubarrones que habían presidido aquel día de noviembre impedían que la
Luna o las titilantes estrellas alumbraran siquiera tenuemente el panorama.
Hora tras hora, inexorablemente, fue
escuchando las campanadas del reloj de la torre que eran como música para
alimentar su insomnio.
Poco a poco la luz fue ganado terreno a las
tinieblas y, como si se hubiera pasado la página de un libro hacia un nuevo
capítulo, amaneció un día radiante y luminoso que le infundió nuevas energías
para mantener la ilusión de que ella volvería.
Un día, tal vez algún día, se descubriría la
técnica que permitiese la resurrección de los muertos.
¡Uf! es dicicil superar la perdida pero cuando alguien se va tenemos que aprender la manea de vivir con su hueco y dejarlos ir
ResponderEliminarUn beso y mis mejores deseos para este 2016
ojalá que no....
ResponderEliminarfeliz año....