La verdad es que no me lo esperaba… y mucho
menos de una persona tan poco proclive a demostrar sus sentimientos. Estoy
francamente sorprendido y, sobre todo, sorprendido gratamente. En estos tiempos
en que la escala de valores cambia como si de un camaleón se tratara nunca pude
imaginarme que esto sucedería… y nada menos que a mí… bueno, a ti y a mí para
ser más exactos.
Se me quedó una sonrisa de oreja a oreja
cuando esta mañana me deseaste buenos días en el ascensor.
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