Llamábamos “Tontódromo” al circuito que
recorríamos cada tarde de viernes o sábado los y las jóvenes en mi Córdoba
natal allá por los años sesenta.
Dábamos vueltas y más vueltas a la manzana
comprendida entre Gondomar, Tendillas, Cruz Conde, la actual Ronda de los
Tejares y Gran Capitán con la intención (cuando no el ferviente deseo) de
encontrarnos de cara con la chica que nos gustaba aunque cuando esto sucedía no
fuésemos capaces de aguantarle la mirada mientras nos cruzábamos. Alguna que
otra vez sí nos sirvió para ligar.
Nadie sabe de quién fue la idea de aplicarle
el dichoso apelativo pero lo de “Paseo de los tontos” le venía como anillo al
dedo.
Poco a poco se fue perdiendo esta costumbre y
el Tontódromo pasó a mejor vida.
Aunque pudiera verse como un entretenimiento
un tanto absurdo, la verdad es que lo veo más natural y más adaptado a la edad
juvenil que la “Botellona” y, sobre todo, más barato y saludable.
En mis tiempos el recorrido era Calle Feria arriba hasta el Paseo y de vuelta hasta la Plaza del ayuntamiento. Y vuelta a empezar. Quienes tenían más poder adquisitivo (y edad) hacían una parada en el bar Los novios... y vuelta a empezar.
ResponderEliminarno creas, mi hijo y sus amigos siguen en el tontódromo
ResponderEliminarjajajajajajajaj
besos.