En la casa también vivía mi tío Ángel que era el menor de los hermanos,
tenía unos seis o siete años más que yo y, quizás por eso, procuraba darme
esquinazo cuando iba con sus amigos, seguramente no quería “niños” que pudieran
chivarse de sus correrías porque de trabajar nada de nada.
Como el presupuesto que mi padre me daba para el viaje era bastante
exiguo, tenía que buscarme alguna cosilla para disponer de más dinero y así
ayudaba a los primos de mi tía Luisa que vivían enfrente a descargar lo que
traían del campo e incluso me iba con ellos a la era para darle cuerda a las
bestias pisando la paja de la parva. Con lo que me reportaban esas actividades
y algo que me daban mis tíos tenía suficiente para pasarlo bien durante mi
estancia que era de unos veinte días aproximadamente.
Las fiestas se desarrollaban en la plaza y allí estaba la caseta de
baile y algunas atracciones de feria para los chiquillos.
Recuerdo que la hija del electricista estaba coladita por mí pero a mí
no me gustaba ella y una vez en el cine se colocó a mi lado y me tuvo haciendo
manitas toda la película, después, en el baile, me estuvo mirando todo el rato
pero yo estaba ligando con unas chavalas de Granada que habían venido invitadas
a la casa de Jesús y con las que no me comí ni una rosca. Cuando quise echarle
cuentas a mi enamorada ya era tarde y se había buscado pareja, ¡mala suerte!
Poco a poco fui distanciando mis estancias en Salar hasta que,
definitivamente, abandoné esta costumbre y todo quedó guardado en el baúl de
los recuerdos hasta que hoy decidí pasarlos al papel y darles vida de nuevo en
mi presente.
A finales de Julio o principios de Agosto, mi tío Julio me acompañaba a
Loja para que cogiera el coche de línea que me llevaría a Priego donde me
esperaba mi padre para irnos juntos a Playa Bella (Estepona) y pasar allí el
resto del verano junto a mi madre y mis hermanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario